Estamos en la prehistoria de la guitarra eléctrica. Los guitarristas de los grupos de jazz ( todavía con acústicas ) están hartos de ser anulados por la potencia de los instrumentos de viento. Tras un montón de pruebas , alguien se da cuenta de que la pastilla magnética colocada debajo de las cuerdas puede acabar amplificando el sonido. Y así empieza todo... No existe mucha documentación al respeto , pero está claro que entre 1936 y 1939 las grandes guitarristas de jazz comienzan a aparecer en el cuarteto de base. Una referencia inevitable es la Gibson ES-150 , probablemente la primera guitarra eléctrica comercial con una cierta difusión y éxito. Magníficamente utilizada por Charlie Christian , acabará llevando su nombre. A partir de ese primer impulso, Gibson abre toda una línea de catálogo : la L5 , la Super 400 , y la ES-175 datan de esa época y siguen siendo , hoy por hoy , modelos / formatos estrella de la gran guitarra de jazz.

Puesto que las primeras guitarristas de jazz se construyeron con la tapa arqueada ( no plana , como las acústicas ), es bastante frecuente referirse a ellas como archtops a secas , sobretodo en el mundo anglosajón.

El mundo de la guitarra de jazz se rige por unos cánones bastante convencionales en cuanto a estética , características y sonido. Si observamos la evolución de la guitarra eléctrica durante las últimas décadas , nos daremos cuenta de que las sucesivas actualizaciones sufridas por los diferentes tipos de eléctrica no parecen haber llegado al estándar de la guitarra de jazz.

Prácticamente todos los grandes fabricantes de guitarras tienen una línea de catálogo específica que incluye los modelos clásicos : Guild , Yamaha , Ibanez , Washburn , Epiphone , etc. construyen buenos instrumentos a precios razonables. Pero un guitarrista de jazz que se precie de serlo intentará tener por todos los medios un gran instrumento , y eso significa tirar de nombres de luthiers